viernes, 25 de noviembre de 2011

Publicado 6 de noviembre de 2010

Historia y actualidad de los centros del pensamiento conservador



EL NICHO NEOLIBERAL EN ARGENTINA
Por Nicolás Bontti


En círculos académicos, partidos, empresas, medios y organismos internacionales, han tenido una fuerte incidencia en la diagramación de políticas públicas durante más de cuatro décadas. Hoy desautorizados, aguardan otra oportunidad.

Grupos técnicos y profesionales con participación en la toma de decisiones públicas adquirieron espacios estables y específicos desde los cuales relacionarse con el Estado y la sociedad. 

La obtención de un mayor grado de “conciencia popular” sobre lo que acontece, nos remite a la “lenta guerra de trincheras” que siempre implicó el debate ideológico. Latinoamérica en general y la Argentina en particular han sido, fuertemente desde principios de los ’70, una sala de ensayo para los ideólogos del neoliberalismo, a través de un andamiaje institucional de carácter transnacional que los financió y que actualmente sigue operando, a la espera de oportunidades para ejercer una influencia que, en este país, tuvo su máximo auge durante el menemismo.

Una gran cantidad de países latinoamericanos han aprendido la lección, producto de las desastrosas consecuencias de este tipo de políticas en la región. Brasil, Ecuador, Uruguay, Bolivia, Venezuela y la Argentina, están de acuerdo con seguir fortaleciendo sus respectivos estados, logrando a su vez acuerdos supranacionales que promueven sociedades más inclusivas e igualitarias, luchando diariamente con organismos y tecnócratas internacionales que bregan por una vuelta a los años ochenta y noventa, donde alcanzó mayor fuerza el neoliberalismo, de la mano del impulso de la “reaganomics” en los Estados Unidos y el ascenso de Margaret Thatcher en Inglaterra.

LAS USINAS. El pensamiento neoliberal en el país tuvo por exponentes destacados, entre otros, a José Alfredo Martínez de Hoz, Álvaro Alsogaray, y ya más hacia nuestros días, Ricardo López Murphy y Domingo Felipe Cavallo. Proliferaron una serie de instituciones, más o menos visibles, que alentaron y financiaron la construcción de un “sentido común neoliberal”, en lo que implicó una notable contribución a la explosión económica y social de 2001. Entre las más influyentes, están la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), la Fundación Mediterránea (FM-IERAL) y el Centro de Estudios Macroeconómicos de la Argentina (CEMA).

Sus economistas fueron parte de un proyecto político que buscó imponer un modelo de acumulación, que requería la capacidad de construir e imponer un punto de vista, y durante muchos años fueron los dueños indiscutidos de “la verdad”, amparados por un saber técnico que les allanó el camino hacia cargos públicos. Durante la década de 1960 se crearon diversos centros de estudios económicos financiados con fondos privados, o con subsidios de fundaciones internacionales. FIEL nace en este contexto, con el objetivo de ser alternativa al pensamiento estatista de boga, gracias a la convergencia de un grupo empresario con la Fundación Ford. Contó con el auspicio de la Sociedad Rural Argentina, la Unión Industrial Argentina, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y la Cámara Argentina de Comercio. Esta institución abasteció de funcionarios a la dictadura que se inicia en 1976: Martínez de Hoz (h) ministro de Economía (fue vicepresidente de la Fundación) y Roberto Alemann (ministro de Economía en 1981). De allí proviene Ricardo López Murphy, entre otros.

Algo más de una década más tarde, nacía en Córdoba la Fundación Meditarránea, cuyo economista más destacado fue Cavallo. En la década de 1980 se crea la filial de Buenos Aires, gracias al apoyo de empresas como Bagó, Ledesma y Bagley, lo que representó un alivio económico para la institución, Por su parte, los economistas del Centro de Estudios Macroeconómicos (CEMA), también participaron de la gestión pública, como evidencian los casos de Carlos Rodríguez y Roque Fernández.

La Sociedad de Mont Pelerin: las primeras voces del neoliberalismo

El primer antecedente de esta contraofensiva neoliberal a nivel internacional estuvo dado por la conformación de la Sociedad de Mont Pelerin, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, de la cual participaron economistas, historiadores y filósofos, con la intención de reposicionar al liberalismo frente a la primacía que había ganado a nivel internacional la regulación estatal de la marcha de la economía. Entre los participantes más destacados del primer encuentro de este Grupo, se encontraban Friedrich Hayek (Nobel de Economía en 1974), Karl Popper (epistemólogo de gran peso, a pesar de lo que contribuyó a gestar a partir de esta Sociedad), Milton Friedman (inspirador de la famosa Escuela de Chicago y Nobel de Economía en 1976), entre otros reconocidos intelectuales que adherían irrestrictamente al libre mercado.

El corpus de ideas que gestarían, apoyando en los postulados liberales de la economía clásica, aparecería en un documento dado a conocer 10 días después del primer encuentro, en el cual se señalaba “una preferencia por un gobierno mínimo y disperso”, en una defensa inmaculada de la propiedad privada que asociaban con la búsqueda de la libertad, preocupados por el siguiente diagnóstico: “los valores centrales de la civilización están en peligro”.

"Mercados de expertos"

Por Mariana Heredia

Doctora en Sociología (EHESS). Investigadora del Conicet.

El sector público tiene dificultades para retener a sus técnicos. Hay un “mercado de expertos”, que no siempre adhieren al ideario neoliberal, donde los distintos centros se encuentran y se disputan la atención de los decisores públicos y las fuentes de financiamiento. Antes eran las administraciones públicas las que producían información sobre la sociedad, pero eso cambió con los think tanks y la proliferación de ONG. Es innegable que luego de 2001, la repolitización de la economía y el repliegue de los economistas neoliberales han marcado una ruptura, esta constatación no debería ocultar la permanencia de estos centros y su peso en la orientación de la política pública. Sobre todo en dominios que hoy trascienden a la economía y las finanzas. Actualmente, a pesar de que la Presidencia haya recobrado el control del ministerio económico y el reclutamiento de estos funcionarios se haya tornado menos crucial y previsible, los partidos políticos, el gobierno y la administración del Estado siguen recurriendo a estos centros para elaborar, discutir y aplicar reformas. Hay que pensar en una nueva complementariedad entre las usinas de expertos y los otros actores.

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