viernes, 25 de noviembre de 2011

Al ritmo de la crisis neoliberal se fundan centros heterodoxos

NUEVAS USINAS DE PENSAMIENTO ECONÓMICO


Publicado el 3 de Julio de 2011

Por Nicolás Bontti

Contra los diagnósticos y profecías provenientes de los nichos ortodoxos, diversos institutos de investigación han revitalizado voces antes acalladas en las discusiones económicas. El rol del Estado y las fallas de la mano invisible.
 
Latinoamérica en general y Argentina en particular han sido, fuertemente desde mediados de los ’70, víctimas de un discurso hegemónico sobre los fenómenos económicos. La ortodoxia liberal supo marcar a fuego, a través de un andamiaje trasnacional que la financió y que actualmente sigue operando, la agenda política y los límites dentro de los cuales se podía discutir. Pero no todo lo que ha dejado esta experiencia se presenta como algo nefasto para los países de la región.


De la mano del recetario de políticas públicas regresivas que se logró impulsar, a veces gracias a la defensa de intereses económicos concentrados en los países a que se dirigían, y otras mediante la intervención política directa a través de sangrientas dictaduras, también fueron desarrollándose y ganando posiciones con discursos alternativos. La reorganización de un campo de reflexión heterodoxa, donde distintos actores e instituciones lograron presentarse como interlocutores válidos para poner en cuestión los relatos que llevaron a crisis económicas y sociales profundas a un gran número de países, es hoy una realidad.

De la misma forma, también se ha podido modificar la idea de que sólo los economistas liberales podían intervenir en la escena pública con interpretaciones sobre la realidad económica. Esos actores destacados fueron, en muchos casos, parte de un proyecto político que buscó imponer un nuevo modelo de acumulación, para lo cual construyeron e instalaron una peculiar forma de entender los hechos económicos, y lograron durante muchos años ser los dueños indiscutidos de “la verdad”, amparados por un saber técnico que en muchos casos les allanó el camino hacia cargos públicos.

Sin embargo, ese dominio exclusivo se ve hoy confrontado por investigaciones provenientes de otras disciplinas, que han demostrado que la perspectiva impulsada por las usinas de pensamiento neoliberal en nuestro país no ha dado del todo cuenta de los fenómenos que se proponía estudiar, tanto porque sus presupuestos no se cumplían o porque se trataba de estudios tendenciosos, encargados y financiados por grandes empresas nacionales e internacionales y por organismos multilaterales de crédito, como el Banco Mundial y el FMI.


En esta línea de reflexión heterodoxa, Matías Kuflas, presidente de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA), propone “alterar el orden de causalidad del paradigma de la globalización financiera”, poniendo las finanzas al servicio del desarrollo productivo.

Asimismo, advierte que “los países que apostaron a un mayor crecimiento de sus manufacturas y la industrialización de las materias primas presentan mayores tasas de crecimiento y una clara mejora en sus indicadores macro-financieros”.

De esta manera, se cuestiona fuertemente la desregulación financiera otrora impulsada por los gurúes del dogma neoliberal, la cual supeditaba el desarrollo productivo a sus peripecias.

Por su parte, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) ha puesto también en cuestión la pretendida racionalidad del enfoque neoliberal en lo que refiere a las relaciones entre las economías del centro y de la periferia, en un trabajo colectivo compilado por Enrique Arceo y Eduardo Basualdo. Allí, el primero señala que “la liberalización financiera y la comercial devienen de esta manera dos aspectos de un mismo proceso que tiende a eliminar al conjunto de políticas puestas en marcha en la periferia para acelerar su desarrollo con creciente autonomía y desencadena una fuerte lucha competitiva en el nivel mundial”. Esta situación, agrega, “acelera notoriamente el proceso de concentración y centralización del capital y debilita radicalmente la posición relativa de las fracciones meramente nacionales de este, así como la capacidad de negociación de los trabajadores, cuyos salarios tienden a estancarse en el centro y a disminuir en la mayor parte de los países de la periferia”.

En sintonía con lo anterior, Ana Castellani, doctora en Ciencias Sociales y coordinadora del Programa de Investigación sobre la relación Estado-empresarios del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), nos ofrece una de las conclusiones de la investigación realizada con su equipo, donde se confronta también con la corriente dominante en la ciencia económica: “La reconstrucción en el largo plazo de las formas de intervención económica estatal (orientación y calidad de las mismas) y los desempeños y prácticas de las grandes empresas que operan en el país, permiten dar cuenta de la conformación de ámbitos privilegiados de acumulación, que beneficiaron a los grandes agentes económicos y profundizaron la crisis estatal.

Lejos de pensar este fenómeno como producto de un comportamiento hacia la obtención de rentas, al mejor estilo ortodoxo cuando suele recargar las culpas en la propia intervención estatal, desde la sociología económica se interpreta como un proceso de articulación público-privada, que ambos actores contribuyeron a consolidar”.

Bajo el disfraz del combate a la inflación

Desde el Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CENDA), han venido interviniendo contundentemente en los últimos tiempos en diversos temas donde discuten con los representantes de la ortodoxia.  Es el caso de la inflación, donde proponen revisar las explicaciones del fenómeno ancladas en la exagerada emisión monetaria, el descontrolado crecimiento de la demanda agregada y los desmedidos aumentos salariales.

En una publicación reciente, apuntaron contra los impulsores de esas interpretaciones: “según su recetario, un gobierno comprometido con la batalla antiinflacionaria debe implementar una férrea política de ajuste: monetario, fiscal y salarial. Lógicamente, se trata de una forma de revertir las actuales tendencias de la política económica, restringiendo la intervención del Estado en la economía y reduciendo la participación de los asalariados en el Producto. Así, bajo el disfraz del combate contra la inflación, lo que pretenden es introducir por la ventana las mismas políticas que la sociedad repudió en las calles y en las urnas”.

OPINIÓN
“Un nuevo universo de intérpretes de la economía”.


Ariel Wilkis, Investigador del CONICET en el Centro de Estudios Sociales de la Economía (CESE – IDAES)

La sociología y la antropología de la economía ayudan a pensar las batallas simbólicas que existen detrás de los números y las palabras que organizan lo que podemos pensar y decir sobre los fenómenos económicos. Para expresarlo muy rápidamente: la economía no es una realidad que tiene un significado natural, sino que por el contrario, necesita ser significada. Un capítulo en sí mismo está compuesto por comprender quiénes tienen la mayor legitimidad para hablar de estos fenómenos e imponer ciertos significados sobre lo que es esperable de la economía.

El proceso político inaugurado en 2001, y la impronta kirchnerista dado al mismo desde 2003, han permitido algunos desplazamientos en este  terreno.  Las anteriores voces y sellos de instituciones asociadas al mainstream de la economía (FIEL, CEMA, entre otras) fueron rodeados por nuevos intérpretes que enfatizan mucho más claramente el carácter agonístico que tienen los fenómenos económicos.

Podríamos comprender este proceso como un avance del pensamiento heterodoxo, pero sería más apropiado hablar de economistas que se definen por la negativa (no ser ortodoxos), los cuales conforman un conglomerado muy heterogéneo donde la línea divisoria pasa por si se apoya o no al gobierno. El saldo positivo de esta situación tiene menos que ver con el avance de tal o cual escuela de pensamiento y más con el aprendizaje que permite este nuevo universo de intérpretes de la economía, más cambiante, abierto y agonístico: detrás de toda verdad (económica) hay una voluntad de poder.

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